domingo, 1 de febrero de 2009

Domingo.

Los domingos han sido siempre un padecimiento para mí. Siempre. Pienso (y creo que no dejaré de hacerlo hasta quién sabe cuándo) que los domingos son los días más aburridos de la semana. Y ningún día se le compara. Anunciante víspera del suplicio semanal: rutina del trabajo-estudio obligatorio. Eterna jornada resacosa del sopor etílico nocturno. Los domingos nunca tienen razón de ser. A menos, claro, que existan por la continuidad de los sábados.

Detesto buscarle sentido a la absurda tarde de un domingo que es tanto televisivamente tedioso como psicológicamente cruel. Por lo tanto, propongo boicot: SUPRIMIR EL JODIDO DOMINGO DEL CALENDARIO. Sugiero ley de redistribución horaria dominical hacia el resto de los días. Así pasaremos a tener jornadas de 28 horas para que, mientras algunos puedan cobrar por más horas de esclavitud laboral, yo pueda seguir evadiendo la realidad mediante el sueño por unas cuantas horas más.

Indefectiblemente, cualquier sugerencia es totalmente inviable.

lunes, 18 de agosto de 2008

Gatos.


La innmundicia peluda de los gatos... Mucha gente piensa que son tiernos y agradables. ¡Jaja, Mentiras! Son la mierda. Una reverenda gran pila de mierda. No ladran, no son guardianes, no son cariñosos (a menos que por puro interés necesiten algo y algún incauto se lo crea), ni siquiera son activos. Además, dejan pelos por donde mires. Y lo de las 7 vidas es una gran mentira, y no necesariamente porque lo haya comprobado.

De cualquier modo, hay algo que sí te voy a agradecer, don Gato. Tu fastidiosa actitud ha logrado que hoy, producto del aburrimiento, me preguntara, ¿Para qué mierda sirve tener un gato? ¿Eh?

domingo, 20 de julio de 2008

Día del amigo, Argentina, NASA y una buena cucharada de marketing.

Como muchas otras celebraciones primer-mundistas y estúpidas que nada tienen que ver con nosotros, que han perdido su esencia y que se han convertido en tradiciones chotas puramente comerciales, el Día del Amigo no debería ser la excepción. Claro, qué importa de dónde venga, ¿no? Sí eso implica malgastar horas de la noche en la ingesta innecesaria de proporciones excesivas de calorías para morir alcoholizado en algún bolichongo mugriento, allí estaremos respondiendo a las celebraciones que se nos imponga para que, a falta de razones, otros se llenen de guita. Porque como no podía ser de otra manera, en un país donde se valora taaanto la amistad, muchas empresas se suman año tras año para afanarnos y, si se tercia, hacernos creer bastantes pelotudeces. Y encima la gente es re-contra pelotuda.

Todo el mundo se siente en la obligación de reunirse con alguien. Es como si se liberara una demencia general contenida y empolvada en años en la que se excusa la gente, junto al permiso moral que sienten, para salir con la mentira más grande que se tenga por amigo. Y solamente para sentirse parte de una sociedad hipócrita que se regodea con seres tan abyectos y miserables que, al igual que ellos, no quieren sentirse parte de una pila de patéticos relegados sociales que no tienen ni un amigo con quien mostrarse en una fecha de tan falsa importancia. Y tan incorrecta es, que si retrocediéramos en la historia, para los faltos de memoria, comprobaremos que el inicio de ésta celebración no fue más que la asociación de uno de los supuestos fraudes más grandes de la historia junto a la desesperante búsqueda de trascendencia de un infame argentino.

¿Argentino? Así es, como el patrimonio gastronómico (dulce de leche, asado, mate, etc.) que -para no caer en disputas- mantenemos con los argentinos, al igual que el famoso "bypass", la birome y la identificación de personas mediante sus huellas dactilares, el Día del Amigo es un invento argentino.

Harto, seguramente, de observar que no era reconocido por ninguna de sus cinco carreras estudiadas, un tal Enrique Febbraro esbozó la idea de una celebración ética, sin fines de lucro ni de fomento al consumo (pobre don Febbraro, en lo que ha acabado su idea), en la que se recuerde a la amistad entre las personas. Así, luego de haber escuchado la frase "Un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad" (que interpretó como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo), decidió que aquella fiesta debería celebrarse en la fecha de la llegada de la misión Apollo XI a la luna. Pero para que sea reconocido a nivel mundial, mandó miles de cartas a cientos de países de las cuales recibió setecientas respuestas. Y de internacional una mierda, porque algunos países no se celebra en la misma fecha. Aún así, a partir de del 20 de julio de 1969, quedó firmado el acuerdo para instaurar el Día del Amigo.

Ah, ¿no lo sabían? Entonces, ¿por qué fingen felicidad por absolutamente nada? ¿Por qué motivo se alegran hoy, como si estuviesen realmente contentos, cuando ni siquiera saben exactamente qué van a festejar? En serio, ¿Cuál es su motivo? No sé ustedes, pero yo me alegro y festejo cuando quiero y por cosas reales, no cuando alguien lo decida sin razones aparentes. Y no necesito tener otra excusa más para sentir el permiso moral de reunirme con alguien. Porque, piensen, ¿no la pasarían mejor, si en lugar de salir obligados, hicieran lo mismo, pero por iniciativa propia? Además, reprimidos, ¿qué les impide hacer lo que quieran cuando ustedes realmente lo vean necesario? ¿De verdad necesitan que alguien apruebe su diversión? Dale, no necesitan una "excusa" para hacer lo que quieran. Tienen otros 364 días, no me jodan.

Además, volviendo a su origen, ¿a quién le convence la relación entre amigos y la llegada del hombre a la luna? El supuesto alunizaje del Apollo XI no fue más que la ventaja que le sacó Estados Unidos a la Unión Soviética en una carrera espacial, en un ambiente de tensión mundial, que formó parte de la Guerra Fría. Y de amistad un sorete. Los astronautas de la NASA querían pisar la luna para demostrarles a los orientales-comunistas quién carajo mandaba, por lo que pensaban en cualquier cosa menos en establecer una amistad. Además, si hubieran llegado los soviéticos, ¿hubiera sido igual? En fin.

Ya saben: nada está bien con el Día del Amigo. Regístrenlo en su memoria: NADA. Eso es innegable; es un hecho. En serio, el Día del Amigo apesta. Y no me vengan con ésas pelotudeces de andar regalando amistad por todos lados, porque nadie quiere ser amigo de nadie. Así que metete tu amistad en el culo, payaso. Hoy voy a estar enojado y furioso todo el día, ¿se entendió? Listo. Entonces no se discute más, así que creo que esta entrada se termina acá. Hasta acá llega mi amistad. Por las dudas, aunque ya todo se entendió claramente y estamos todos de acuerdo, complemento: el Día del Amigo APESTA.

martes, 17 de junio de 2008

¡Aguante el patrioti'mo, ami'tah!

Yo creo que nunca me sentí, no me siento, y no creo que alguna vez vaya a sentir la estúpida necesidad de sentirme patriota. Creo que la mayor parte de los defectos de cualquier país proviene de la gente que necesita sentir una miserable pertenencia y mostrar su pedante favoritismo. Y aunque lo fuera, ni siquiera encontraría razones para serlo, y mucho menos con las taradeces que nos intentan inculcar desde que somos escolares.

Deberíamos no tener prohibido el derecho a quemar la bandera de cualquier país. La de este y la de cualquier otro. A usarla de alfombra, a trapear el piso, a limpiarse el ojete y a quemarla. Cagarse mil veces en todas las leyes pedorras y en los jueces fachos que nos lo prohíben. Y no por esa cuestión egocéntrica de pendejo superado que quema la bandera de E.E.U.U. o de cualquier otra de dudosa procedencia. Simplemente, porque me parece incoherente seguir devotamente a un trapo sucio, a un pedazo de tierra, a sus costumbres y a sus "próceres" por el simple hecho de haber nacido dentro de los límites ficticios de un territorio. Por eso.

jueves, 29 de mayo de 2008

Escalofriante.

Nunca me gustaron los payasos; menos ahora. Me causan un exagerado desagrado. Los odio, los aborrezco y los detesto enormemente. Y mi repulsión está más que justificada con esta bizarra y enfermiza animación. Traumatizante y absurda hasta gritar alocadamente basta, con ustedes: The Number of the Ronald Beast.

P.D: seguro se preguntarán para qué carajo fomento esta inmundicia. Bueno, he aquí la respuesta: para que se indignen emocionalmente como yo. Así de simple.

¡Aguante Krusty, carajo! (?)

martes, 13 de mayo de 2008

...Y viajar.

No recuerdo cuánto tiempo duró el viaje porque no pensaba en ello. Supongo que alcanzó la hora. Aunque ni siquiera me interesaba saberlo, de todas formas. De hecho, apenas comenzaba a viajar por la ruta, mientras avanzaba dejando atrás unos inmensos campos verdes, cuando perdí la noción del tiempo ante la maravillosa totalidad de los terrenos que me robaban la mirada. Parecía un bobo; inmerso en mis pensamientos sobresaturados de matices verdes y celestes, en la sensación de libertad y adrenalina y en las reminiscencias que me remitían a mi infancia, cuando recorría el mismo camino y hacia el mismo lugar.

Siempre mantuve la mirada perdida, es cierto, pero nunca me desviaba de mi camino: sabía lo que me esperaba adelante. Es por eso que a menos de la mitad del camino ya me sentía completamente libre de tensiones. Estaba despejado de problemas cotidianos, más allá de donde mi mente me permitía ver, desconectado de la realidad durante minutos y enfocado íntegramente en las cosas maravillosas que veía, dignas de ser contempladas por un rato, por más simples que lucieran.

Y ahora, recordando esos buenos momentos, me surgen sensaciones y pensamientos nuevos que deseo grabar a fuego en mi memoria. Con frecuencia me propuse ser libre e independiente, al menos en apariencia. Pero si bien no sentía que era una manera de escaparme, nunca había sentido una sensación de libertad más plena que aquel día. Me dio gusto haberlo hecho, y espero que se repita.

lunes, 5 de mayo de 2008

¿Recuerdan a Mr.Go?

El inigualable y destacado Mr. Go era el personaje principal de una sucesión de cortos que eran emitidos de relleno, en un lapso de -aproximadamente- tres minutos y poco, entre los programas del difunto canal Magic Kids. Con su único y memorable idioma, los personajes de éste corto se destacaban por tener los mejores diálogos. Además, Mr. Go siempre era puesto frente a situaciones entrañables en las que se veía involucrado y que -momentos después- debía sortear.

Y eso, mis queridos lectores, dejaba a cualquier pendejo medio embobado de la risa frente al televisor.

A Mr. Go sólo le interesaba triunfar o hacer plata de la manera más simple posible, a pesar de que su perro acompañante Bip siempre le advertía que las inminentes cagadas que iba a cometer estaban mal y que le podrían traer serios problemas. Debido a que su objetivo no justificaba los medios (ya que se caracterizaba por desenvolverse de una manera errada, torpe y tramposa), Mr. Go siempre terminaba siendo perseguido por la policía o por las víctimas de sus macanas y era en ese momento que intentaban -él junto a su perro Bip- de evitar las consecuencias de una manera muy graciosa: convirtiéndose en fugaces bolitas que se desplazaban de lado a lado para finalmente desaparecer de la escena.

¿Quieren saber más? Bueno, lamentablemente ni en YouTube pude encontrar una gran cantidad de los capítulos de Mr. Go, pero para no dejar en el olvido a semejante personaje tendrán que conformarse, al igual que en mi caso, con éste capítulo, con éste otro, y con éste.