Como muchas otras celebraciones primer-mundistas y estúpidas que nada tienen que ver con nosotros, que han perdido su esencia y que se han convertido en tradiciones chotas puramente comerciales, el Día del Amigo no debería ser la excepción. Claro, qué importa de dónde venga, ¿no? Sí eso implica malgastar horas de la noche en la ingesta innecesaria de proporciones excesivas de calorías para morir alcoholizado en algún bolichongo mugriento, allí estaremos respondiendo a las celebraciones que se nos imponga para que, a falta de razones, otros se llenen de guita. Porque como no podía ser de otra manera, en un país donde se valora taaanto la amistad, muchas empresas se suman año tras año para afanarnos y, si se tercia, hacernos creer bastantes pelotudeces. Y encima la gente es re-contra pelotuda.
Todo el mundo se siente en la obligación de reunirse con alguien. Es como si se liberara una demencia general contenida y empolvada en años en la que se excusa la gente, junto al permiso moral que sienten, para salir con la mentira más grande que se tenga por amigo. Y solamente para sentirse parte de una sociedad hipócrita que se regodea con seres tan abyectos y miserables que, al igual que ellos, no quieren sentirse parte de una pila de patéticos relegados sociales que no tienen ni un amigo con quien mostrarse en una fecha de tan falsa importancia. Y tan incorrecta es, que si retrocediéramos en la historia, para los faltos de memoria, comprobaremos que el inicio de ésta celebración no fue más que la asociación de uno de los supuestos fraudes más grandes de la historia junto a la desesperante búsqueda de trascendencia de un infame argentino.
¿Argentino? Así es, como el patrimonio gastronómico (dulce de leche, asado, mate, etc.) que -para no caer en disputas- mantenemos con los argentinos, al igual que el famoso "bypass", la birome y la identificación de personas mediante sus huellas dactilares, el Día del Amigo es un invento argentino.
Harto, seguramente, de observar que no era reconocido por ninguna de sus cinco carreras estudiadas, un tal Enrique Febbraro esbozó la idea de una celebración ética, sin fines de lucro ni de fomento al consumo (pobre don Febbraro, en lo que ha acabado su idea), en la que se recuerde a la amistad entre las personas. Así, luego de haber escuchado la frase "Un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad" (que interpretó como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo), decidió que aquella fiesta debería celebrarse en la fecha de la llegada de la misión Apollo XI a la luna. Pero para que sea reconocido a nivel mundial, mandó miles de cartas a cientos de países de las cuales recibió setecientas respuestas. Y de internacional una mierda, porque algunos países no se celebra en la misma fecha. Aún así, a partir de del 20 de julio de 1969, quedó firmado el acuerdo para instaurar el Día del Amigo.
Ah, ¿no lo sabían? Entonces, ¿por qué fingen felicidad por absolutamente nada? ¿Por qué motivo se alegran hoy, como si estuviesen realmente contentos, cuando ni siquiera saben exactamente qué van a festejar? En serio, ¿Cuál es su motivo? No sé ustedes, pero yo me alegro y festejo cuando quiero y por cosas reales, no cuando alguien lo decida sin razones aparentes. Y no necesito tener otra excusa más para sentir el permiso moral de reunirme con alguien. Porque, piensen, ¿no la pasarían mejor, si en lugar de salir obligados, hicieran lo mismo, pero por iniciativa propia? Además, reprimidos, ¿qué les impide hacer lo que quieran cuando ustedes realmente lo vean necesario? ¿De verdad necesitan que alguien apruebe su diversión? Dale, no necesitan una "excusa" para hacer lo que quieran. Tienen otros 364 días, no me jodan.
Además, volviendo a su origen, ¿a quién le convence la relación entre amigos y la llegada del hombre a la luna? El supuesto alunizaje del Apollo XI no fue más que la ventaja que le sacó Estados Unidos a la Unión Soviética en una carrera espacial, en un ambiente de tensión mundial, que formó parte de la Guerra Fría. Y de amistad un sorete. Los astronautas de la NASA querían pisar la luna para demostrarles a los orientales-comunistas quién carajo mandaba, por lo que pensaban en cualquier cosa menos en establecer una amistad. Además, si hubieran llegado los soviéticos, ¿hubiera sido igual? En fin.
Ya saben: nada está bien con el Día del Amigo. Regístrenlo en su memoria: NADA. Eso es innegable; es un hecho. En serio, el Día del Amigo apesta. Y no me vengan con ésas pelotudeces de andar regalando amistad por todos lados, porque nadie quiere ser amigo de nadie. Así que metete tu amistad en el culo, payaso. Hoy voy a estar enojado y furioso todo el día, ¿se entendió? Listo. Entonces no se discute más, así que creo que esta entrada se termina acá. Hasta acá llega mi amistad. Por las dudas, aunque ya todo se entendió claramente y estamos todos de acuerdo, complemento: el Día del Amigo APESTA.
domingo, 20 de julio de 2008
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